Las universidades españolas, especialmente las públicas, se ven obligadas a hacer frente a diversos problemas financieros, muchos de ellos provocados por la propia concepción que se tiene de la Educación Superior a nivel gubernamental, acercándola más a un gasto que a una inversión.
Esta falta de recursos financieros tiene dos grandes consecuencias:
- El encarecimiento de los créditos, en un intento de autosuficiencia a través de los ingresos por matrículas, que a su vez obliga a que el sistema de becas crezca en cuantía y número para evitar protestas y sesgos de clase, pero que acabará siendo insostenible.
- Falta de inversión en infraestructura y stack tecnológico, por no considerarse una prioridad, dificultando así el paso al online o la digitalización de servicios.
Para garantizar la viabilidad, probablemente se recurra al recorte de gastos y a las alianzas con empresas privadas, intentando siempre mantener la autonomía universitaria y la libertad de cátedra e investigación.
¿Cuáles pueden ser estos nuevos modelos de relación con empresas privadas?
- Contratos con empresas cloud para agilizar procesos y abaratar mantenimiento, con el objetivo de garantizar una educación online sin trabas tecnológicas.
- Empresas patrocinadoras de seminarios y otros tipos de formación específica.
- Financiación de proyectos de investigación por terceros.
¿Y cuáles las vías que no impliquen acuerdos empresariales?
- Aumento del número de estudiantes matriculados, evitando masificaciones en cuanto a ratio por aula.
- Aumento de convenios internacionales para estudiantes de otras nacionalidades.
- Aumento de la oferta educativa para perfiles no tradicionales de estudiantes, como pueden ser adultos con trayectoria profesional que necesitaban actualizar conocimientos.
Riesgos
La educación siempre ha sido objeto de deseo por diferentes grupos de poder. Se hace necesario pautar cómo y de qué manera deben surgir las nuevas vías de financiación.
La financiación externa de proyectos de investigación puede derivar en criterios utilitaristas sometidos a vaivenes del mercado:
La investigación en artes y humanidades puede quedar relegada a un papel secundario por no considerarse útil.
La investigación en ciencias puede acabar en uniformidad ideológica, entre otros efectos, si solo se financian proyectos con clara oportunidad en el mercado.
En cuanto a alianzas o contratos con empresas tech, el almacenamiento de datos, su tratamiento y privacidad es un punto delicado.
El deterioro en la percepción del valor por parte de los estudiantes. Dejar de hacer uso de instalaciones físicas se suele asociar a un reajuste de precio.
Ventajas
Las alianzas con empresas tecnológicas evitan desarrollos propios. Pueden ser proveedoras de herramientas de streaming, almacenamiento de datos o incluso de contenido.
Aumentar los ingresos evitaría la precarización del profesorado y su marcha a instituciones donde el salario es más alto, permitiendo conservar el talento.
Reducir el número de instalaciones físicas o darles usos alternativos puede ayudar a la viabilidad, o incluso rentabilidad, de la institución.
Oportunidades
El fortalecimiento económico de las universidades, siempre que se respete la libertad de cátedra y su autonomía, posibilita una educación de calidad.
Reflexiones
¿Pueden las empresas privadas ser verdaderas aliadas de las universidades públicas sin que afecte a sus competencias o autonomía?
¿Qué mecanismos sería necesario diseñar para garantizar la independencia de la educación pública respecto a intereses privados?
¿Tiene sentido dejar de batallar en solitario y unir fuerzas y portfolio a través de alianzas entre universidades públicas?